
Ser Comechingón en Córdoba
En los orígenes de la historia, los Comechingones habitaban el cordón montañoso compartido por las provincias de Córdoba y San Luis. Formaban pequeños pueblos independientes, regidos por caciques. Se destacan como centros más poblados las áreas de Quilino y Ongamira en el Departamento Ischilín, el valle de Punilla, el valle de Calamuchita, el valle de Río Cuarto y el valle de Río Primero, donde se fundó la ciudad de Córdoba en 1573.
Los antiguos habitantes de estas tierras hablaban en su mayoría la lengua sanavirona, aunque también coexistían otros dialectos particulares como el henia y camiare.
Los comechingones se autodenominaban hênîa-al norte- y kâmîare-al sur-, (los dos grupos principales) subdivididos en aproximadamente una decena de parcialidades.
El apelativo «comechingón» parece ser la deformación de una palabra peyorativa que les daba la etnia salavinón -o sanavirona- que hacia el siglo XV, procedente del interfluvio río Dulce-río Salado (actual Provincia de Santiago del Estero), invadía los territorios ancestrales de los henîa-kamiare. Los sanavirones los llamaban «kamichingan», que en idioma salavirón parece haber significado 'vizcacha' o 'habitante de cuevas', esto debido al tipo de vivienda semisubterránea de los henia-kamiare.
Sin embargo según la crónica del conquistador español Jerónimo Bibar, escrita en 1558, el apodo les fue dado directamente por los españoles al escuchar el grito de guerra de los henîa: "¡Kom-chingôn!", según Bibar este grito se traduciría por "muerte-a-ellos" (a los invasores). Es probable que los sanavirones "entendieran" y "tradujeran" con mofa tal clamor de guerra de sus enemigos con la palabra "kámichingan".
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El Águila leyendas del Valle de Calamuchita | Leyendas indígenas de la Argentina por Lautaro Parodi sección "Los Comechingones"
Cuenta la historia que cuando se instalaron los españoles en América y la sangre aborígen comenzó a correr por los valles y tiño de rojo los ríos y arroyos que serpenteaban entre las tierras, los Comechingones recordaron la leyenda del águila que habían escuchado de sus abuelos. Y la volvieron a contar porque era casi su única esperanza; algún elegido vendría por el ave a traer la paz, para, por fin, lograr la hermandad entre los pueblos.
Se dice que existió una chica de nombre "Arabela" que poseía cualidades extraordinarias y que, convertida en mujer, las desarrollo en defensa de su tribu. Con su sabiduría y fina percepción guío las batallas, y logró, de esa manera, que resistieran más allá de la posibilidad humana. Y, si bien. "la historia la escriben los que ganan", nadie podrá negar la valentía con la que lucharon los Comechingones, cuyo grito de guerra resultó conocido y temido por los adversarios.
Arabela, la enviada, murió luchando por su pueblo, pero su alma se encuentra protegida por el vuelo triunfal del águila libre. Por eso, desde entonces, este pájaro representa no sólo la libertad sino también el deseo divino de hermandad entre los hombres; anhelo que vivirá hasta que todos entiendan que es el único camino hacia la libertad.

